Me basta con el vino dorado y viejo, una manta con olor a invierno,

diecisiete almendras nuevas… Y tus manos.

(Beatriz Mazliah: “El vino y la poesía”)

Comienzo una serie de publicaciones en las trataré de compartir ciertas experiencias vividas en forma de comentarios sobre los vinos (en sentido amplio) que me han impactado a lo largo de los últimos años. No es una lista exhaustiva, ni pretende ser una lista del estilo “los mejores vinos de…”, sino simplemente un conjunto de “notas de cata” (lo entrecomillo porque no pretendo siquiera dar la sensación que soy un profesional del vino, porque no lo soy) que he ido reuniendo a lo largo de los años.

Quiero empezar con un vino español que no es ni un Rioja, ni un Ribera. Es sorprendente por su origen, Trujillo; sí, extremeño, pero que cada vez está más y más en boca, por partida doble, de todo el mundo. Pero para mí es un vino importante en lo emocional, porque me lo dio a conocer la persona con la que hoy comparto mi vida.

La Bodega HABLA (en homenaje al Moisés de Miguel Ángel Buonarroti) surgió casi con el nuevo siglo XXI en lo que parecía ser un proyecto loco de José Civantos y Juan Tirado. ¿Por qué?; porque nacía nada menos que en las inmediaciones de Trujillo, que es una zona de largos y tórridos veranos, baja pluviometría y suelos difíciles, ácidos y pizarrosos. Y, además, es que por entonces no existía nada que fuera parecido a un vino extremeño que tuviera la tradición y la calidad suficientes como para atraer a los consumidores españoles.

 

 

Pero en la actualidad vende más de un millón de botellas anuales resultado de elaborar con sabiduría y cariño el producto de más de 200 hectáreas de terreno. Sus vinos tintos “estrella” llevan numeración (van por el número 19, que yo sepa) y pueden ser tanto monovarietales como coupages de varias uvas; cada uno de ellos utiliza un tipo de botella en función de la/s uva/s que lo conforman.

Elaboran también dos vinos “de entrada” llamados “Habla de la Tierra” y “Habla del Silencio”, un vino blanco llamado “Habla de ti“, un vino rosado denominado “Rita Habla” y, en Francia, un champán llamado “Moses”.

Emocionalmente estoy muy ligada al Habla del Silencio, pero me encanta el blanco Habla de Ti y me gustan mucho sus tintos monovarietales elaborados con la variedad Sirah.

El “Habla del Silencio” suele estar elaborado con uvas de las variedades Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Sirah, y suele estar unos 6 meses en barrica. Para mí hay tres características que destacan en las diferentes añadas de este vino; su color profundamente granate tirando incluso a violeta, sus aromas balsámicos y su gusto mineral y de frutos rojos. Es un vino fácil de beber, que combina muy bien con platos de carne no muy pesados, con arroces potentes y con las verduras.

 

El “Habla de ti”, blanco, es un vino joven y fresco elaborado con Sauvignon Blanc, que es una uva muy aromática y que me encanta. Es un vino limpio y de color oro brillante con tonos verdosos, que destaca por sus aromas tropicales y por su paso de boca fresco y ligeramente herbáceo. Me gusta porque es muy refrescante y fácil de beber gracias a un puntito de acidez, y porque marida bien con muchos tipos de comida no muy contundente.

 

 

Y ahora los monovarietales de Sirah: de los 19 vinos numerados que han elaborado, 8 de ellos han sido elaborados exclusivamente con esta uva y embotellados en una botella que me recuerda a las de aceite de toda la vida. No es la mejor expresión de la variedad Sirah que he probado en España, pero me gustan bastante. Son vinos en general cremosos (con cuerpo medio y taninos pulidos) y persistentes en boca, con aromas limpios de frutos rojos maduros y minerales. Maridan bien con carnes de cierta potencia y pescados azules.

 

 

Os animo a que conozcáis estos vinos; son en general fáciles de beber y combinan bien con la comida, pero también se pueden beber sin más al no ser demasiado potentes. Son de precio asequible y se encuentran con facilidad. ¡Ah!, y no tengo ninguna relación con la bodega ni con sus dueños ni con nadie que los comercialice, que conste.

Y recordad: EL VINO SÓLO SE DISFRUTA SI SE CONSUME CON MODERACIÓN